domingo, 25 de marzo de 2012

LAS TRES LEYES ESPIRITUAL


Las tres grandes leyes espirituales


Luc 6:36  Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
Luc 6:37  No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
Luc 6:38  Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.

Gál 6:9  No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.

Introducción

Las tres leyes espirituales son:

·      Honrar a padre y madre.
·      No juzgar para no ser juzgados.
·      Todo lo que el hombre sembrare, eso segara.

Hay muchos, creyentes, que no están concientes de lo que es una ley espiritual, y por esta razón, violan estas leyes y siguen sin poder resolver sus problemas.

 Una ley espiritual es un principio que siempre funciona, y cualquiera que lo ponga en práctica, para bien o para mal, cosechara tarde o temprano, el fruto de sus decisiones. Cada una de estas leyes amerita una explicación detallada, la cual veremos a continuación.

1.  Honrar a padre y madre.

¿Qué significa honrar? Honrar significa: obedecer, valorar, estimar, respetar, amar, perdonar, y demás, ayudar financieramente. Hay muchos padres que no se han conducido correctamente, pero eso no exime a los hijos de las responsabilidades, como hijos de Dios, de amarlos y honrarlos.

Deu 5:16  Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.

Hay hijos que maldicen y maltratan a sus padres verbal y físicamente. Algunos se atreven a levantar el puño en contra de ellos. De seguro, cada uno de estos hijos cosechara la deshonra que ha sembrado con sus padres. Cada persona tiene que entender que no se puede vivir deshonrando a quienes merecen honra, sin sufrir las consecuencias que esto conlleva.

¿Cómo podemos honrar a nuestros padres?

·      Emocionalmente. Mostrándoles amor en momentos difíciles y compartiendo tiempo con ellos.


·      Verbalmente. Muchas veces, los padres están equivocados en su manera de pensar, pero eso no les da el derecho a los hijos de faltarles el respeto verbalmente. Por eso, tenga mucho cuidado en como le habla a sus padres; no les levante la voz ni los insulte.

Efe 6:1  Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.

·      Financieramente. Cuando los padres llegan a un momento en que no pueden valerse por si solos, los hijos deben asumir la responsabilidad financiera por ellos y cubrir sus necesidades; esto le agrada al Señor.

Efe 6:2  Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa;

Los beneficios que se obtienen al cumplir esta primera ley, es que le ira bien en todo y tendrá larga vida sobre la tierra.

2.  No juzgar para no ser juzgados

¿Qué es juzgar? Es hacer un juicio, sentencia o condena. Es cuando una persona se pone en la posición de juez para decidir culpabilidad de otra persona o aun de si misma. Tomar la posición de Dios, el juez justo, es pecado. Hay personas que tienen un espíritu de crítica tan fuerte, que juzgan todo lo que respira y todo lo que se mueve.

¿Cuál es la diferencia entre juzgar y discernir? Lo que la mayor parte de la gente hace, constantemente, es juzgar; pero, muy poca se toma el trabajo de discernir. Discernir, se refiere a diferenciar lo malo y lo bueno, callar y orar; llegado el caso, corregir con misericordia. En cambio, juzgar es condenar.

¿Cuáles son los resultados de juzgar?

·      Aquel que juzga viene a ser como aquel o aquello que juzgo. Por ejemplo: Si usted es racista y dice: “Mi hijo nunca se casara con una persona negra, hispana…” lo mas seguro es que esto suceda o que se case con alguien que tenga características que usted mas detesta.

·       La vida espiritual y física se estanca (auto condenación).

Rom 2:1 
Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
Rom 2:2  Más sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad.


No hay crecimiento para el que juzga; por lo tanto, debe arrepentirse.

El ser humano tiene por costumbre juzgar la conducta o actitudes de los demás. Es algo, prácticamente automático que debemos aprender a controlar. Los siguientes son algunos de los juicios que pronunciamos contra:

El esposo: “No es amoroso”, “es insensible”, “egoísta”. “irresponsable”, “inseguro”, “posesivo”, “celoso”, “interesado en una sola cosa”.

La esposa: “Es manipuladora”, “perfeccionista”, “criticona”, “rebelde”, “nunca se satisface o nada la complace”.

El jefe: “Es duro”, “tacaño”, “de mal carácter”, “irrespetuoso”.

El pastor: “Es orgulloso”, “sin amor”, “hipócrita”, “no oye a Dios”; “se interesa en el dinero”, “es inexperto”, “le gusta agradar a los hombres”.

Dios: “Se tarda”, “no ama”, “por que la pobreza y el hambre en el mundo, los desastres naturales y guerras”. “Dios castiga al hombre y no le importa”, etcétera.

¿Cómo juzga Dios?

No importa como usted ve las cosas, lo más importante es como Dios las ve y las mide; y El no ve las circunstancias como nosotros las vemos. Por ejemplo: Una hermana que siempre tiene una actitud obediente; pero, en su corazón hay orgullo. Dios mira su corazón, no lo que hace para agradar al hombre o por ganar prestigio.

Stg 4:10  Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
Stg 4:11  Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.
Stg 4:12  Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?

3.  Todo lo que el hombre sembrare, eso segara.

Esta ley es equivalente al dicho del mundo que dice: “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”, y yo le agrego: “haz a otros lo que quisieras para ti o para los tuyos”.

Mat 7:12  Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

Sembrar es hacer o dar a otro algo; ya sea un bien, una buena dadiva o también un mal. Segar o cosechar es recoger o recibir el fruto de lo sembrado.

De la misma manera, en el mundo espiritual, se crea un ciclo donde siembras un bien y recoges bien; o, por el contrario, siembras más y recibes mal. Como todas las otras leyes, esta tampoco falla. Lo que hoy vivimos, es el resultado directo  de lo que hemos sembrado en otros en el curso de nuestra vida. Es importante revisar que hemos hecho, que hemos dado, con cuanto amor hemos tratado a los que nos rodean, conocidos o no. Si en su corazón siente que en esa área de su vida puede o debe cambiar, ¡hágalo! Su futuro y el de sus seres queridos cambiara, porque también ellos cosecharan el bien que usted haga a otros. ¿Qué sembraremos? Amor, dinero, tiempo. Lo que sembremos, ya sea para el espíritu o para la carne, eso recogeremos.

Gál 6:7  No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
Gál 6:8  Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
Gál 6:9  No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.
Gál 6:10  Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.


Muchas veces cosechamos en el mismo momento en que sembramos; en otras ocasiones, toma mas tiempo, a veces meses y aun años; pero eventualmente, la cosecha por lo sembrado vendrá. A no ser, claro esta, que no haya arrepentimiento en su vida.






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