sábado, 28 de enero de 2012

LAS VOCES DE LA OFRENDA

(minjah (H), ofrenda, tributo, presente, don, sacrificio) Elias (Dios es Señor)

Muchas voces se levantan cuando ofrendas. La más importante es la voz de Dios que te garantiza un pacto de amor y bendición cada vez que le honras con tu semilla.

1 Reyes 17: 8-12 relata: Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente. Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. (“lugar de fundición”) compárese œarãpu, ‘refinar (metales), quemar (ladrillos)’Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba. Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano. Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir.

La viuda recibió una orden, no se lo pidieron y no fue un sentir de su corazón. Se había abandonado, ya no sentía enojo o molestia, sólo sentía resignación y esa actitud no le permitió prepararse para cumplir la orden que recibió. Cuando el profeta llegó, ella no confesó la Palabra, en su interior había un choque entre las voces de la necesidad y la orden recibida. Lo mismo nos sucede cuando llega el momento de ofrendar.
 

Dudamos de dar lo que tenemos porque tal vez nos quedaremos sin nada, pero es lo contrario, tu ofrenda abre las puertas a la provisión de Dios.

En medio de la necesidad no debemos dejarnos morir.

1 Reyes 17:13 cuenta la respuesta del profeta: Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.

Cuando ofrendamos también se escucha la voz del temor. La viuda tenía necesidad y miedo del futuro. No permitas que el temor bloquee tu bendición.
 

1 Reyes 17:14-16 habla de la promesa: Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.

El profeta le dio confianza al hacerle la promesa de que el alimento no escasearía. Entonces, venció las voces de la necesidad y el miedo para cumplir la orden del Señor. Muchos incluso deben enfrentar la voz de los amigos y familiares que les advierten sobre la manipulación que según ellos, significa ofrendar. No escuches esas voces que obstaculizan tu pacto con Dios.

Esta mujer finalmente obedeció y tuvo provisión por fe. Dar de comer al profeta hizo que el alimento no se acabara. Su proceso de dar para recibir se extendió por mucho tiempo. Debemos ofrendar y diezmar siempre para que la bendición no se termine. La responsabilidad es constante, así como la promesa. Tus ofrendas del pasado no te quitan el compromiso de ofrendar hoy.

Testimonio de la palabra y obra

1 Reyes 17:17-18 nos dice: Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa; y la enfermedad fue tan grave que no quedó en él aliento. Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo?
 

Elías no estaba allí para recordarle sus pecados o para que su hijo enfermara, fue ella quien habló de muerte. Al parecer obedecía al Señor pero al mismo tiempo hablaba mal. No puedes ser de doble ánimo y ofrendar proclamando necedades con tu boca. Tu actitud en el mundo debe reflejar tu fe ante el altar del Señor. Si con tus ofrendas y diezmos cumples tu parte del pacto, vive confiado y demuéstralo. Esa también es una forma de dar testimonio de fe.

Cumple con Dios y luego esfuérzate en todo lo que haces. En tu trabajo sé el mejor, en la universidad demuestra que estudias, sé un buen esposo y padre que da testimonio con su vida. Cuida tus palabras, no maldigas tu semilla con voces de desánimo. Riégala y abónala con actitudes positivas y buenas acciones. Todo lo que digas y hagas debe ir de la mano con la fe que expresas ante el altar. Recuerda que en tu boca está el poder de la vida y la muerte.
 

Esta mujer profetizó palabras de muerte que se cumplieron, cuando su actitud debió reflejar confianza en que la obediencia le traería bendición. Sus palabras reflejaron la culpa que arrastraba por el pecado. No recuerdes tus pecados porque la paga de ellos es muerte pero la dádiva que ya recibiste de Dios en Cristo Jesús es vida eterna. No puedes acercarte al altar susurrando dulzuras para luego salir hablando amarguras.

Habla bendición en todo lugar. No olvides que las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Sé uno siempre. La voz de tu ofrenda debe ser consistente antes, durante y después de darla.
 

Ofrendas memorables
 

Salmo 20:1-4 motiva: Jehová te oiga en el día de conflicto; El nombre del Dios de Jacob te defienda. Te envíe ayuda desde el santuario, Y desde Sión te sostenga. Haga memoria de todas tus ofrendas, Y acepte tu holocausto. Te dé conforme al deseo de tu corazón, Y cumpla todo tu consejo.
 

Tu ofrenda te da derecho a esperar la ayuda de Dios. Él no olvida los pactos que hace con aquellos que le honran. Motívale a recordarte dando lo mejor que tienes. La mejor ofrenda es aquella que te deja pensando y recordando por su gran magnitud. Esto puede compararse con los regalos que damos. Recuerdas los valiosos, que te costaron mucho dinero porque
sabías que de esa forma agradarías más, por el contrario, casi no
recuerdas aquello que compraste por salir del paso y no significaron un gasto muy fuerte.
Atrévete a honrar al Señor con ofrendas que recordarás siempre. Con mi esposa hemos dado ofrendas memorables que incluso nos han dejado sin un centavo en el banco y Dios nos ha demostrado que Él también las recuerda. Lo que des debe ser recordado en el cielo. Jesús ofrendó Su propia vida y así nos dio ejemplo de ofrenda valiosa y memorable. Tu ofrenda levanta voces. La primera es la de Dios que te ordena que lo hagas; la segunda puede ser la de la carne que te recuerda tu necesidad; la tercera es la del diablo que te infunde temor; una cuarta puede ser la de tus semejantes que intentan convencerte que estás equivocado y otra es la de los profetas que te recuerdan las promesa de prosperidad si obedeces. La última voz es la tuya que le pide a Dios que haga memoria de tus ofrendas y envíe Sus bendiciones.

La motivación correcta para ofrendar

La mujer recibió una orden de Dios pero no la obedeció hasta que tuvo seguridad de que nada le faltaría. Tu ofrenda puede originarse por varios motivos, pero el correcto es el deseo de honrar y agradar a Dios.

Es como comprar un regalo de aniversario para tu esposa. Puedes comprarlo porque la amas y deseas agradarla o porque quieres evitar que se enoje y te reproche tu falta de atención. Definitivamente tu motivación debe ser el amor. Para acercarte al altar no necesitas más que el deseo por alabar a tu Padre Celestial. En la iglesia podemos exhortarte a ofrendar pero agradar al Dios vivo es suficiente motivo.

El Señor habla cuando le ofrendas, así que hazlo con excelencia. Hay ofrendas mejores que otras por la fe que expresan. Cuando prepares tu ofrenda, no arrugues el billete, y escribe el cheque con tu mejor letra porque estás entregando algo para aquel que te ha dado todo.
 

Cinco cosas que suceden cuando ofrendas
 

Dios testifica sobre ti

Hebreos 11:4 relata sobre la ofrenda de Abel: Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
 

El Señor recibió con agrado la ofrenda de Abel y daba testimonio de ella. Imagina cuánto le impactó que ni la muerte detuvo Su testimonio. Todos podemos dar testimonio de nuestras ofrendas y lo que cosechamos con ellas. Incluso podemos testificar sobre las ofrendas de otros, como la vez que vi a un pastor de la iglesia dar su carro y cosechar cuatro. Pero lo más glorioso es cuando Dios testifica de ti porque la ofrenda que le presentaste le agrada. Asegúrate que en el cielo siempre se diga algo bueno de ti.

Dios te recuerda Sus promesas (Génesis 22:15-18)

Cuando Abraham llevó a su único hijo al altar en obediencia a Dios, Él le detuvo y le prometió que tendría una gran descendencia como las estrellas del cielo o la arena a lo orilla del mar, siempre poseería las puertas de sus enemigos y que en su simiente todas las familias de la tierra serían benditas. De igual manera, Él te habla y recuerda Sus promesas de bendición cuando le ofrendas. Cuando ve tu semilla te dice que te dará una gran cosecha y te recuerda que abrirá las ventanas de los cielos para bendecirte y darte sus riquezas en gloria. Cuando sembramos delante de nuestro Dios, después de dar todo lo que teníamos y aún prometer lo que no teníamos, Él habló a mi corazón y me dijo que con la misma medida que yo le había dado, me daría, no iba a retener nada, así como nosotros no retuvimos nada con tal de agradarle. Recuerdo el momento de esa promesa, luego de nuestra ofrenda y la forma de cumplirla abundantemente.

Dios le habla a Sus profetas sobre ti (1 Samuel 9:6-8)

En los tiempos bíblicos nadie se presentaba delante de un hombre de Dios sin una ofrenda. Aquel que se acercaba a un profeta debía hacerlo con un presente porque era una forma de honrarlo. Al hacerlo reconocía el don profético de este y lo activaba a su favor. No malentiendas, los hombres y mujeres de Dios damos de gracia lo que por gracia recibimos, pero es una buena costumbre nunca llegar con las manos vacías, así que hazlo por tu bien.
 

Cuando te presentes ante un hombre de Dios da tu ofrenda y pide su bendición, seguramente Dios te hablará a través de él. Una vez una mujer que tenía dos hijas continuamente enfermas le dio a una pastora una ofrenda especial de joyas. En ese momento el Señor le habló a su esposo y le dijo que le profetizara que nunca más habría enfermedad en su casa y así fue. Hace poco le descubrieron un tumor, pero ella le recordó a Dios Su promesa y antes de entrar a la sala de operaciones los doctores notaron que el tumor había desaparecido. Su ofrenda provocó una Palabra de sanidad que se cumplió.

Dios reprende al devorador por ti (Malaquías 3:10)

La Biblia dice que traigas tus ofrendas porque Él hace vallado para que el diablo no se meta contigo. Tal vez te ha pasado que hay épocas en las que todo parece adverso. Tus hijos se enferman, tu carro se descompone, tu suegra viene a vivir a tu casa y el fruto de tu trabajo parece no abundar. Esos son los momentos cuando el devorador quiere comerse tu cosecha, pero el Señor lo detendrá cuando vea tu ofrenda en el altar. Él habla a los ángeles y les da órdenes para que te guarden.

Dios se habla a Sí mismo sobre ti (Génesis 8:20-22)

Noé presentó una ofrenda al salir del arca. El Señor percibió el olor y le agradó. Dijo en su corazón que no destruiría la tierra de nuevo. El arco iris que aparece cada vez que llueve es la señal visible de ese pacto que le recuerda a Dios la agradable ofrenda que Noé le hizo.
 

Tu ofrenda provoca voces. Pídele que te transforme en un cristiano que ofrezca testimonio de fe con sus acciones y palabras. Vence las voces del miedo y la necesidad porque Él es tu sustentador e intercesor eterno. Da siempre ofrenda de amor ante el altar, adórale y exáltale con todo lo que tienes porque Él es tu Señor y Salvador.

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